Hoy nos llega hasta ASA este interesante escrito por Rita Monfort con motivo del Congreso de l’Horta Nord que se realizó el año pasado en la UPV. En el mismo se da un buen repaso al tema de  los huertos urbanos y la sostenibilidad. Esperamos que sea de vuestro interés!

 

 

Introducción

Aunque de nuevo están de actualidad, la historia de los huertos urbanos tiene más de un siglo y, a lo largo de ella, han ido respondiendo a las diferentes necesidades con las que se encontraban los residentes de las ciudades. Nacieron como apoyo a la economía familiar, una necesidad; pero actualmente dan respuesta a unos intereses más relacionados con el ocio, el interés por alimentos de calidad y la recuperación de una cultura, fomentando la cohesión social. Asimismo, además de todas sus virtudes y ventajas sociales, los huertos urbanos pueden ayudar a realizar las ciudades más sostenibles y a elevar la calidad de vida de los ciudadanos, ya sean usuarios de ellos o no. No debemos olvidar que tienen un doble uso: como huertos urbanos y como zonas verdes, y como tales aportan unos beneficios diferentes de los exclusivamente sociales, y como tales también pueden estar integrados en el interior de las ciudades, formando parte de la estructura urbana. Sin embargo para que funcionen y aporten estos beneficios deben de estar creados conforme unas normas y criterios, y deben ser planteados unos requisitos mínimos a seguir por sus usuarios.

 

 

Los huertos urbanos tienen una historia que empieza con la ciudad industrial del s.XIX y principios del XX, como una actividad indispensable para la supervivencia. A mitad del s.XX las ciudades se tuvieron que adaptar a la falta de medios con una economía de guerra y tuvieron que introducirlos para conseguir abastecer a los ciudadanos de bienes de primera necesidad. A partir de los años setenta se unen a la autogestión, la integración social, educación ambiental y el desarrollo local.

Actualmente el valor que se les otorga es tanto el de espacios verdes en la ciudad, como el de acercamiento de la huerta a los ciudadanos, con los alimentos que producen, el disfrute del que la cultiva  y la educación del que la desconoce. Es una realidad cada vez más visible: en las escuelas se crean pequeñas huertas para los niños, en Vitoria existe un proyecto de agroecológica “Huertos de Ocio” en terrenos del Anillo Verde (se ha ampliado de 100 parcelas a 350), en Barcelona existen 12 huertos repartidos en barrios (uno de ellos en medio del ensanche, cerca de la Sagrada Familia), en Sevilla hay 120 parcelas “Las Moreras” en el Parque Miraflores…

(Moran, 2008) Aparte de las bondades a nivel de desarrollo comunitario y personal que supone la participación ciudadana en el diseño y gestión de jardines y huertos urbanos hay que tener en cuenta que tiene importantes consecuencias en los niveles de gastos de mantenimiento y productividad. En los espacios de este tipo se reducen los costes de mantenimiento y gestión debido al trabajo comunitario intensivo y voluntario. Por otra parte se pone en valor un recurso habitualmente olvidado como son los terrenos baldíos dentro de la ciudad, que pueden convertirse en terrenos productivos, no sólo en cuanto a los alimentos que producen sino también por sus valores educativos. Además el grado de mantenimiento que desarrollan los vecinos es mayor que el que puede cubrir el mantenimiento municipal y, por lo tanto, los jardines están más cuidados y son más variados.

Estos huertos se caracterizan sobre todo por su labor social, pero además tienen función productiva de autoconsumo, ambiental, urbanística, saludable, cultural y estética. Normalmente son del Ayuntamiento y los cede a los vecinos con una serie de condiciones, y con tanto éxito que hay listas de espera; sin embargo también existe la versión en la que el dueño es privado y alquila las parcelas. En Cataluña incluso se ha editado una guía de integración paisajística para huertos urbanos y periurbanos, donde se encuentra cómo llevar a cabo un proyecto de huertos urbanos y cómo funcionan. En ella se fijan una serie de objetivos para los huertos urbanos como son: la promoción de prácticas de agricultura ecológica, el fomento de la utilización pública responsable o el impulso del asociacionismo entre los usuarios.

Sin embargo también tienen sus problemas, las huertas y el reciclaje siempre han estado muy cercanos y es habitual que se aproveche todo tipo de material o desecho para construir verjas, techados, asientos, jardineras… como puertas, bañeras, listones de madera…

(Moran, 2008) La reutilización es una práctica fundamental en cuanto al tratamiento de los residuos urbanos, además responde sinérgicamente a las necesidades humanas de creatividad, apropiación o personalización del entorno.

Evidentemente el tema del reciclaje se apoya desde todas partes y también puede ser una forma de educar a los vecinos, sin embargo se corre el riesgo de caer en que la estética de los huertos se parezca más a la de un basurero que a la de un jardín, por lo que es conveniente que vaya ligado a unas normas estéticas o incluso crear una imagen propia para el conjunto de huertos urbanos, de manera que no destaquen unos sobre otros, salvo por sus plantaciones. Lo habitual es que en las normas generales vayan incluidos una serie de requisitos a cumplir para cuidar la imagen, como mantener el huerto siempre en cultivo (que no aparezca en ningún momento abandonado), prohibir colocar elementos que no estaban en un principio (como nuevas verjas o separaciones interiores, mobiliario…), prohibir colocar jaulas de animales…

 

Los huertos urbanos, la sostenibilidad en las ciudades y la calidad de vida de los ciudadanos

 

Hoy en día se da una contradicción, y es que puedes comprar cualquier cosa de la otra parte del mundo (gracias a las últimas tecnologías) y tenerla en tu casa a los pocos días, ya no existen las frutas y verduras de temporada porque en cualquier época del año se pueden adquirir y disfrutar cualquiera de ella (si no es la época aquí será en el polo opuesto de la Tierra, pero seguro que están en todos los supermercados); sin embargo, en este momento es cuando cada vez hay más gente que valora no sólo los alimentos de calidad y la seguridad de cómo han sido cultivados, sino también el hecho de que tengan un recorrido de transporte lo más breve posible y un número menor de intermediarios.

Por otra parte en mitad de todo el desarrollo, de una sociedad de consumo y de prisas, se está empezando a dar un valor especial al tener un espacio de tierra donde poder cultivar tus propias verduras u hortalizas. Se está empezando a ver como un hobbie, no sólo por personas mayores, sino también por jóvenes que en su mayoría nunca han tenido relación con la huerta. En este aspecto los “huertos urbanos” sin duda son un pequeño “lujo” ya que es un terreno con una superficie de parcela asequible como para que se convierta en un hobbie y no en un trabajo a jornada completa (lo cual sería inviable para la gran mayoría de sus seguidores: los jóvenes porque normalmente ya tienen otra profesión, y los jubilados porque su salud ya no les permite realizar tanto esfuerzo como para dedicarle una jornada completa en la mayoría de los casos), además lo normal es que se prohíba vender los productos obtenidos de estos huertos, siendo exclusivamente para consumo propio. Por otra parte, tal y como está organizado en muchas ciudades, no hay que preocuparse de nada más a parte de cultivar, ya que se coloca desde un principio la red de riego o las tomas de agua para cada parcela, y, en muchos casos con el préstamo o arrendamiento de la parcela van incluidas las herramientas necesarias y un espacio para guardar los útiles, existiendo además en cada conjunto de huertos unos servicios mínimos y necesarios como pueden ser aseos o contenedores.

Pero muchas veces cuando se habla de huertos urbanos se olvida que pueden estar totalmente integrados en la trama y funcionamiento de las ciudades (tanto en su periferia como en su interior) y el beneficio que tiene para la ciudad en sí y sus ciudadanos (no sólo para sus usuarios). En esta relación concreta se puede hablar de cómo los huertos urbanos es una actuación que influye de una forma positiva en la mejora de sostenibilidad de barrios o zonas de ciudades tanto consolidadas como de nueva planta. Es evidente que todo espacio verde incluye por sí mismo una serie de ventajas en diferentes aspectos, y los huertos urbanos hay que tratarlos como tal, ya que pueden ser un pequeño respiro en mitad del pavimento duro de la ciudad. Y muchas de estas ventajas están relacionadas con la sostenibilidad.

Antes que nada, hay que tener presente que uno de los problemas de las ciudades españolas es la contaminación. De todas las desventajas que tiene el progreso quizá sea la contaminación la más llamativa, y en España también tiene sus consecuencias: la población que respira aire contaminado según la Unión Europea es el 35% (según los valores de la OMS -Organización Mundial de la Salud- este porcentaje aumenta hasta el 84%).

La contaminación atmosférica incide en la aparición y agravamiento de enfermedades de tipo respiratorio, así como otras asociadas, como las vasculares y los cánceres. La Comisión Europea calcula que por esta causa fallecen anualmente en Europa 370.000 personas. En el Estado español se producen 16.000 muertes prematuras al año relacionadas con la contaminación atmosférica. Sirva como referencia de la magnitud del problema el hecho de que en el Estado español los accidentes de tráfico durante 2007 causaron 3.823 muertes. Es decir, en el Estado español a causa de la contaminación del aire fallecieron casi 5 veces más personas que por accidentes de tráfico.[1]

Las zonas verdes ejercen una serie de funciones en las ciudades que muchas veces pasan desapercibidas: al ser especies vegetales  ayudan a eliminar el CO2 de la atmósfera, absorben el polvo y las partículas en suspensión, mejoran la calidad del aire y elevan el contenido de oxígeno. Esto se transforma directamente en una mejora de salud para los ciudadanos (principalmente en niños y ancianos) al bajar los niveles de contaminación y partículas atmosféricas.

Por otra parte tiene una función de control térmico. Los árboles pueden hacer la función de “controladores de temperatura”, la temperatura bajo su copa, comparada con la exterior, es menor en verano y mayor en invierno. La temperatura a la sombra de los árboles puede descender entre 2º y 6º dependiendo de la especie. En los huertos urbanos es complicado encontrarnos con árboles, sin embargo también ayudan (aunque en menor medida) a ejercer este control de temperatura.

 

(Moran, 2008) En los espacios urbanos se produce un microclima con condiciones de temperatura, humedad y circulación de la brisa que no dependen sólo de la radiación solar, los vientos dominantes o la lluvia, sino de la capacidad de acumulación térmica y de generación de humedad de los recintos urbanos. Con una combinación adecuada de estas variables se podrían lograr espacios con unas condiciones de confort suficientes para su uso tanto en invierno como en verano.

Otra de las ventajas de los huertos urbanos es que se le está dando un doble uso al suelo: el de zona verde urbana y el de huerto, con una reducción del espacio total para un mismo funcionamiento que si se realizase por separado: para algunos ciudadanos es un lugar de ocio donde cultivar y relacionarse con otras personas, pero para todos es una zona verde, como si fuera un pequeño jardín al que no se puede entrar, pero se puede disfrutar viéndolo. Aporta una mejora espacial (siempre que se cumplan unas condiciones de cuidado como se ha comentado antes) y cohesión social: fomenta la llamada “vida de barrio”, con todo lo que ello implica de manera directa e indirecta como la reducción de transporte (una menor contaminación atmosférica) por no tener que desplazarse para pasar su tiempo de ocio en otro lugar (lo habitual en el caso que los huertos pertenezcan al Ayuntamiento es que uno de los requisitos sea que la persona a la que se le preste o se le arrende el huerto resida en el mismo barrio). Asimismo, económicamente también tiene una serie de beneficios: el usuario obtiene sus propios alimentos, pero además ejerce al cultivarlo unas labores de mantenimiento y cuidado de su huerto que se ahorra el Ayuntamiento en tiempo y dinero (las tendría que hacer si simplemente fuese una zona verde más de la ciudad), y seguramente este espacio se encontrará en mejores condiciones, ya que se le dedica mucho más tiempo del que se le dedicaría normalmente.

 

(Rogers, 2000) Nos estamos habituando a pensar en la naturaleza como un bien definitivo; ahora debemos hacer lo propio con el espacio público e invertir en la dimensión pública de nuestros espacios y en la vida pública de nuestros ciudadanos.

Cuando se habla de sostenibilidad o de acciones o actuaciones que ayudan a acercarse a ella lo habitual es relacionarlo con el medio ambiente y las generaciones futuras, pero a veces es difícil encontrar que beneficios y ventajas tiene directamente en los ciudadanos que hoy en día habitan las ciudades y sus alrededores.

Como se ha dicho antes la contaminación afecta de forma grave a la salud de los ciudadanos; en el momento es que los niveles de contaminación y partículas descienden, mejora la salud. Pero no sólo de esta forma beneficia a la calidad de vida del ciudadano.

El tener zonas verdes en el interior de una ciudad y que estén acotadas y con una dimensión adecuada (si son muy grandes pueden ejercer de frontera entre barrios) es de por si un punto positivo, y hay que añadir la mejora estética del lugar y psicológica de las personas (que se produce normalmente). En la mayoría de los espacios públicos el tener vegetación (junto al confort térmico que ejerce) lo convierte en un espacio más agradable. El hecho de que existan espacios que las personas consideren como agradables en un barrio, supone que sus vecinos se encontrarán mejor y les gustará más estar en él, y de forma indirecta (al igual que antes con el lugar de ocio) en que se trasladen menos porque ya no lo necesitan (están bien en su barrio), y por lo tanto se elimina transporte y la contaminación que conlleva.

Educativamente, en una sociedad en la que muchas personas a penas salen de la ciudad, los Huertos Urbanos realizan una función de educación ambiental e información, no sólo para sus usuarios, sino también para la gente que los ve desde la calle (aunque no participe de una forma activa en ellos), ya que se está viendo el ciclo completo de los cultivos conforme va pasando el tiempo en mitad de la ciudad. Se acerca la cultura de la huerta a los ciudadanos.

 

Pero a pesar de todas estas ventajas y beneficios no debemos olvidar que toda acción o actuación conlleva también una serie de inconvenientes (más o menos importantes). En todos los casos existe una inversión inicial, tanto económica, como de tiempo, para ponerlo en marcha, y, aunque a la larga económicamente va a considerar un ahorro por mantenimiento y por tiempo (en un principio funciona por sí mismo, ya que cada usuario se encarga de mantener su parcela), es necesaria una mínima supervisión sobre las normas a cumplir, y, por supuesto, un control estético.

 

Mejoras sostenibles

Inconvenientes

Ayudan a eliminar el CO2 de la atmósfera

Inversión inicial

Absorben el polvo y partículas en suspensión

Necesita supervisión cada cierto tiempo

Mejoran la calidad del aire

Necesita control estético

Elevan el contenido de oxígeno

 

Mejora de la calidad espacial

 

Doble uso (zona verde y huerto), reducción del espacio total

 

Cohesión social

 

 

 

Mejoras de la calidad de vida de las personas

 

Estética y espacios más agradables

 

Atmósfera menos contaminada y más limpia (salud)

 

Espacios más agradables térmicamente (control de temperatura)

 

Educación medioambiental (procesos de los cultivos)

 

Ahorro económico a la sociedad en el mantenimiento (son los que lo cultivan los que lo mantienen en buen estado)

 

Ocio, sociabilidad y comida sana (para los que lo cultivan)

 

 

Indicadores afectados [2]

 

De un listado de indicadores obtenidos para baremar la sostenibilidad en barrios consolidados de las ciudades, esta actuación modifica (de forma positiva y directa) a 13 de 34. Estos indicadores se encontraban agrupados en 4 áreas y 9 categorías:

 

áreas                                   9 categorías                                   34 indicadores

 

Economía

Medio Ambiente

Social

Urbanismo

Economía: vitalidad y costes

Atmósfera

Calidad de vida

 Zonificación

 

Recursos y huella ecológica

Educación ambiental

Calidad espacial

 

 

Participación

 Transporte

 

Los indicadores afectados por los huertos urbanos son los siguientes:

Economía

Economía: vitalidad y costes

Vitalidad económica

Costes de mantenimiento

Medio ambiente

Atmósfera

Calidad atmosférica

Recursos y huella ecológica

Agua (consumo y ahorro)

Conservación ambiental

Consumo ecológico

Social

Calidad de vida

Satisfacción del ciudadano

Educación ambiental

Programas de educación ambiental

Información

Participación

Asociacionismo

Urbanismo

Zonificación

Diversidad de usos

Calidad espacial

Zonas verdes

Entornos agradables

 

De la misma forma se describieron unos indicadores que baremaran la calidad de vida de las personas, y en este caso afectaba a 2 de 5 de forma directa:

Espacios para disfrutar (agradables)

Ocio

Y de forma indirecta a los otros 3:

Salud

Ahorro económico

Accesibilidad

 

Criterios para la implantación de  huertos urbanos [3]

 

Adaptar las plataformas y parcelas a la topografía.

Diseñar la red de riego de acuerdo con la morfología del terreno, utilizando sistemas de riego eficientes.

Integrar en la ordenación de los huertos los espacios naturales, los recursos naturales y el patrimonio construido tradicional.

Planificar las nuevas plantaciones de forma que refuercen la coherencia del conjunto.

Crear una red de caminos que vertebre el espacio interior y lo conecte con el exterior.

Evitar la construcción de verjas, y, cuando sea imprescindible, colocar un cerramiento perimetral único y visualmente permeable.

Localizar las construcciones de forma ordenada y con un diseño acorde con el entorno.

Minimizar el impacto visual de las instalaciones y servicios complementarios.

Evitar la existencia de materiales desordenados y de desecho y su utilización para construir cerramientos o elementos auxiliares.

Redactar instrumentos urbanísticos y de gestión que garanticen la protección y ordenación del espacio.

Constituir asociaciones que coordinen a los usuarios y aseguren el mantenimiento y la buena gestión.

Potenciar los huertos como espacios de identidad colectiva y conocimiento

 

 

Ejemplo de actuación: Hort Sagrada Familia (Barcelona) [4]

Uno de los diez huertos existentes en Barcelona es el de la Sagrada Familia. En pleno ensanche de Barcelona y al lado de la Diagonal se sitúa este huerto de 20 parcelas con 30 m2 cada una, ocupando menos de un cuarto de una de las manzanas de Cerdà. Como ejemplo de actuación de huerto urbano, éste, por su emplazamiento deja constancia de que un huerto urbano no es necesario que se ubique en la periferia, si no que se puede situar perfectamente en el interior e integrarse en su estructura urbana.

Los objetivos en este huerto son la recuperación de un espacio poco definido, proporcionar tierra a los mayores para poder cultivar verduras y hortalizas, y acercar la población escolar a la horticultura. Al ser a priori un terreno plano no se han tenido que hacer movimientos de tierra, el lugar es soleado y el agua se obtiene de la red de agua potable de la ciudad. El recinto se encuentra cerrado, pero de forma permeable, tiene un sistema reticular de caminos y los únicos elementos que aparecen construidos son los módulos de los armarios de herramientas y el cerramiento para los contenedores de residuos.

La propiedad es municipal y se realiza un préstamo gratuito durante 5 años (aunque se puede rescindir en determinados casos), adjudicando las parcelas por medio de concurso público. Para poder participar se ha de residir en el distrito y ser mayores de 65 años, y sólo se podrá adjudicar una por domicilio. Como equipamientos hay un armario individual para las herramientas de 1m2, lavabo adaptado y herramientas de préstamo.

A cambio de esto los arrendatarios de las parcelas tienen que cumplir una serie de obligaciones y seguir unas normas: no se pueden plantar árboles, colocar construcciones, invernaderos o jaulas para los animales, no se puede poner un cerramiento a la parcela (aunque sea de cañas), no se puede regar con aspersores ni sobrepasar los límites, no se pueden vender lo que se cultiva y se debe tener la parcela cuidada y limpia, reciclar separando los materiales de la basura… En caso de que no se cumplan estas normas se podrá rescindir el contrato. Lo que se pretende en definitiva es que las personas adjudicatarias se encarguen de tener cultivada la parcela en todo momento para autoconsumo, cuidando de la estética, y que haya un respeto entre todos. Por eso en Barcelona existe un Reglamento de Régimen Interno y Funcionamiento de la Red de Huertos Urbanos.

Vista aérea de los huertos donde se puede ver que están en pleno casco urbano de la ciudad. El punto naranja señaliza la localización de la Sagrada Familia. Fuente Google Earth, Alt ojo: 800 y 230m. nov.2007

 

Bibliografía

Libros:

ECOLOGISTAS EN ACCIÓN (2009): INFORME La calidad del aire en el Estado español durante 2008.

LÓPEZ DE LUCIO, R. (2007): Construir ciudad en la periferia: criterios de diseño para áreas residenciales sostenibles. Madrid. Ediciones Mairea.

OLGYAY, V.(1963): Arquitectura y clima: manual de diseño bioclimático para arquitectos y urbanistas. Edición castellana. Barcelona. Editorial Gustavo Gili SL, 1998.

RODRÍGUEZ ALAMPARTE, S.: Arquitectura y clima: manual de diseño bioclimático para arquitectos y urbanistas. Anexo a la edición castellana. Barcelona. Editorial Gustavo Gili SL, 1998.

ROGERS, R. (2000): Ciudades para un pequeño planeta. Edición castellana. Barcelona. Editorial Gustavo Gili SA.

(2006): Guía de integración paisajística para huertos urbanos y periurbanos. Barcelona. Departament de Política Territorial i Obres Públiques. Direcció General d’Arquitectura i Paisatge. Generalitat de Catalunya.

(2007): Calidad del aire en las ciudades, clave de sostenibilidad urbana. Observatorio de la Sostenibilidad en España.

 

Artículos/Textos:

HERNÁNDEZ AJA, A. (2003): Informe sobre los indicadores locales de sostenibilidad utilizados por los municipios españoles firmantes de la Carta de Aalborg. Madrid. Biblioteca Ciudades para un Futuro más Sostenible (http://habitat.aq.upm.es), Documento: Informe sobre los indicadores locales de sostenibilidad. Fecha consulta: 16-07-2009

MONFORT SALVADOR, R. (2010): La Transformación hacia la sostenibilidad de los barrios consolidados. El caso de las ciudades españolas. Tesina de investigación. Máster Oficial en Arquitectura Avanzada, Paisaje, Urbanismo y Diseño [Especialidad:”Arquitectura del territorio y paisaje. Urbanismo”] UPV, 2008-2009.

MORAN, N. (2008): Huertos y jardines comunitarios. Madrid. Biblioteca Ciudades para un Futuro más Sostenible, Boletín  CF+S nº40, Edita: Instituto Juan de Herrera, 2008.

(2009) Arboles para dar sombra. Diario La Vanguardia, suplemento, 11-07-2009

 

Notas:

Artículo basado en la tesina “La Transformación hacia la sostenibilidad de los barrios consolidados. El caso de las ciudades españolas” Tesina de investigación. Máster Oficial en Arquitectura Avanzada, Paisaje, Urbanismo y Diseño [Especialidad:”Arquitectura del territorio y paisaje. Urbanismo”] UPV, 2008-2009.

Tutor:                          Fernando Gaja i Díaz [Doctor Arquitecto, Departamento de Urbanismo de la ETSAV]

Autora:           Rita Monfort Salvador [Arquitecta y Máster Oficial en Arquitectura Avanzada, Paisaje, Urbanismo y Diseño]

[1] Los datos sobre la contaminación en España, así como la citación textual han sido obtenidos del “Informe sobre la Calidad del aire en el Estado español durante 2008” realizado por Ecologistas en Acción a partir de datos oficiales.

[2] El estudio sobre la obtención de estos indicadores y su relación con el tema planteado se encuentra desarrollado en la tesina “La Transformación hacia la sostenibilidad de los barrios consolidados. El caso de las ciudades españolas” (Monfort Salvador, Rita. 2010).

[3] Criterios obtenidos de la “Guía de integración paisajística para huertos urbanos y periurbanos” de la Generalitat de Catalunya, pág. 83

[4] Ibídem 3, pág. 88

 

Autor: Rita Monfort Salvador

* «Artículo publicado en el Volumen II de “Actes del III Congrés d’Estudis de l’Horta Nord” (2011), con motivo de la celebración de dicho Congreso (10, 11 y 12 Febrero 2011). Ed: Universitat Politécnica de Valencia.»

*publicado digitalmente en la web del Observatorio de la Sostenibilidad en España.

 

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