Por Alejandro Bosqued Navarro, Arquitecto, Vocal 5º JD ASA
Con la reciente aparición de 17 nuevas profesiones habilitadas por el gobierno como técnicos competentes para la certificación energética de edificios existentes se pierde una oportunidad de oro de hacer las cosas bien y conseguir el que creemos que debería ser el principal objetivo de la certificación energética de edificios existentes: reducir la demanda energética global, aumentar la eficiencia energética de los sistemas y reducir las emisiones de CO2 de más del 80% de los edificios de nuestro país.
Habilitar profesiones que rozan de manera muy tangencial el ámbito de la edificación y las instalaciones sólo nos lleva a un escenario de guerra de precios por la emisión de certificados; una guerra en la que las profesiones especialistas en edificación, por responsabilidad y conocimiento, no deberían entrar y que va en perjuicio directo de la sociedad y del país en general.
La realización de un certificado de eficiencia energética de edificios existentes de manera correcta y profesional requiere de conocimientos específicos de construcción, de materiales, así como de sus propiedades termo-físicas, de las soluciones constructivas que constituyen la envolvente, de estructuras e instalaciones y, sobre todo, de como actúa cada una de estas variables en la eficiencia energética de los edificios. Para ello es necesaria una toma de datos exhaustiva de todos los elementos que inciden en el comportamiento energético, algo que un profesional sin estos conocimientos difícilmente podrá especificar, ignorando las probabilidades de una composición específica de un muro y optando por una solución tipo, “por defecto” de acuerdo a la normativa vigente del momento de construcción del edificio a certificar, opciones que permiten los software de certificación energética actuales y con la posibilidad de incurrir en importantes errores a la hora de introducir los datos necesarios para la emisión de la correspondiente certificación.
El mayor problema, lamentablemente, no será sólo éste sino la incapacidad de proponer soluciones constructivas viables para la mejora energética; en primer lugar por la falta de preparación para ello y en segundo por no estar autorizado legalmente para poder actuar sobre elementos de fachada y/o estructura, pudiéndose dar situaciones en las que por desconocimiento, por ejemplo, se plantee una solución por el exterior de la fachada en una vivienda individual de un bloque, algo inviable a no ser que se actúe sobre la fachada completa del edificio.
Perdemos, con este abanico de profesiones competentes para la certificación, la oportunidad de conseguir el objetivo buscado en las Directivas Europea 2002/91/CE y 2010/31/UE sobre eficiencia energética de edificios, pero sobre todo, la oportunidad de concienciación social de la deficiente situación energética de la edificación en España y las grandes posibilidades de mejora, impidiendo por tanto la imperiosa necesidad de rehabilitación energética y en su caso integral de edificios de manera efectiva y sostenible, limitándonos a la “certificación descontrolada y desprofesionalizada de edificios”.
De acuerdo a lo anteriormente expuesto se propone:
1º Promover, entre la sociedad, la importancia de conseguir la mas alta calificación energética de edificios posible, de manera análoga a la de electrodomésticos y automóviles, acudiendo principalmente a informar a Colegios Profesionales de Administradores de la Propiedad.
2º Proponer a Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, realizar jornadas de presentación de los procedimientos oficiales de certificación CE3 y CE3X.
3º Solicitar al gobierno vías de financiación o ventajas fiscales -a través del ICO u organismos específicos- para la realización de Rehabilitaciones Energéticas Integrales encaminadas a mejorar la eficiencia energética de edificios existentes, por tramos, en función de la mejora en la calificación que se proponga, a mayor calificación mejores condiciones de financiación.
4º Incidir en la importancia de contratar al técnico adecuado, principalmente arquitectos, para evitar la duplicidad de trabajos, ya que el arquitecto es el técnico responsable con la visión global necesaria, capaz de acometer el proceso completo desde la emisión del certificado hasta la realización de la rehabilitación propuesta en las soluciones de mejora.
5º Exigir a las Comunidades Autónomas el riguroso control de las certificaciones que registran para identificar y perseguir certificados fraudulentos.
Alejandro Bosqued Navarro
Arquitecto
Vocal 5º JD ASA
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Alejandor, estoy de acuerdo con tu artículo y me parece una reflexión brillante. En lo único que discrepo es en que las acplicaciones C3 y C3x sean aplicables a todo el territorio nacional. No sé que resultados dan en tu comunidad pero den Canarias están dando resultados y propuestas de mejora bastante discutibles. Creo que lo que habría que promover primeramente es su revisión y, en su caso, la adaptación al clima de las localidades, tal y como se indica en la directiva 2010/31/UE donde se hace referencia específica a que la valoración debe producirse mediante modelos locales o regionales.
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo con el planteamiento y las propuestas. La certificación energética va camino de convertirse en papel mojado…
La visión me parece muy adecuada, y las propuestas también, aunque quizás hubiese evitado el citar a un solo grupo profesional, pues considero que no solo los arquitectos pueden hacer una buena certificación energética de un inmueble. El corporativismo solo conduce a batallas innecesarias entre grupos de profesionales que en otros países de Europa trabajan mano a mano en los proyectos de edificación, mientras que en España se pelean por la exclusividad aunque en muchas de las partes de un proyecto de edificación se tengan menores conocimientos que otros grupos profesionales. Si se sacan conclusiones de este tipo se correo el peligro de no darnos cuenta de la realidad: que muchos de esos 16 grupos de profesionales no han participado ni participarán nunca en proyectos de edificación o instalaciones térmicas, y que por propia lógica y ética profesional deberían quedarse fuera de estos trabajos. Pero la situación económica nos ha llevado a olvidar la ética y la profesionalidad. Avergonzados deberían sentirse muchos decanos de colegios profesionales por la defensa a ultranza de los intereses de sus colegiados por encima de los intereses de la sociedad. Avergonzado debería sentirse los responsables del Ministerio por dictar resoluciones que, como se dice en el artículo, no hacen perder oportunidades de oro. No creo que este país esté para dejar pasar muchas oportunidades.
Excelente análisis
Estimado compañero y estimada agrupación ASA, a la que indirectamente pertenezco;
Desde que salió la normativa de certificación energética, nos hemos enfrentado a ella desde posiciones de francotirador. Hablamos de profesiones habilitadoras, de conocimiento de los edificios y sus tecnologiaas constructivas, de experiencia, de eficiencia….de todo, menos de lo importante. EL LEGISLADOR NO CREE EN LA EFICIENCIA, por tanto los programaas tipo CE3 y ce3x no son mas que meros parches y justificaciones para que las comunidades cobren otra tasa más …hechandonos a «los sostenibles» la responsabilidad de esta.
Como sabes, la aplicación es muy simple ; por ejemplo; en un edificio histórico de la plaza mayor de Valladolid,( mi estudio), paso de G a A con solo poner estufa de pellets. Manejando exhaustivamente el programa no bajo de G.
Confirmo mi teoria, se trata de cobrar hechándonos la culpa.
Opino que deberíamos denunciarlo y desmarcarnos totalmente de esta medida, que es contraproducente; no nos beneficia, no profundiza en querer conseguir una eficiencia, los programas son simples para que «simplemente» se justifique un dato que no es relevante, y apuntar que con pellets somos mas «verdes».
Digo que el dato no es relevante, porque en la apreciacion común en el coste de alquiler o venta son operativos los datos de localización y estado .La certificación es sólo un «papel burocratico más».
Perdonad mi pesimismo, luché para conseguir una certificación real donde se premie la eficiencia, …no donde se castigue no tener un «papelito».
Gracias
(Miembro de AxS Arquitectos por la sostnibilidad de Castilla y León miembro a su vez de ASA)
Aprovecho para contestar a todos:
Araceli, entiendo que tu pregunta, va encaminada a la certificación en Canarias. No he tenido la oportunidad de realizar certificados mas que en la zona centro de la península. En este tipo de software (CE3 y CE3X), como casi todos los softwares de simulación energética (aunque este no lo sea propiamente dicho), depende de las hipótesis de partida.
Yo personalmente me he encontrado con casos de viviendas de principio de siglo en Madrid, con alta inercia térmica y ventilación cruzada, que no necesitan climatización en todo el año, y sólo emplean ACS en su consumo energético, con caldera de alta eficiencia de gas. Lo que debería ser una A, claramente, pues no es así. Esto se debe a un fallo de la normativa y a premiar la eficiencia de las instalaciones por encima de la eficiencia del diseño arquitectónico. En este caso, hay que hacer uso de la imaginación y justificar todo escrupulosamente. En el caso práctico de esta vivienda, el usuario tenía instalado un split de calor y frío, que utilizaba 5 dias en invierno y 5 días en verano. Esto hace que la eficiencia de la máquina pase de un 150% a un 34000%, y por tanto, se logra una A.
Ahorro de energía Zaragoza,
En el artículo se habla de de profesiones especialistas en edificación. En ningún momento se pretende dejar a profesiones con conocimientos específicos para la certificación y solo se recomiendan arquitectos, literalmente, «contratar al técnico adecuado, principalmente arquitectos, para evitar la duplicidad de trabajos, ya que el arquitecto es el técnico responsable con la visión global necesaria, capaz de acometer el proceso completo desde la emisión del certificado hasta la realización de la rehabilitación propuesta en las soluciones de mejora»
Gracias a todos por vuestros comentarios
A pesar de que el artículo tiene ya más de dos meses, la situación no solo no ha mejorado, o estabilizado, si no que ha empeorado. La caída de precios continúa (he llegado a ver importes de 45€, IVA incluido) y, consecuantemente, la caída de calidad de los certificados energéticos. Han pasado por mis manos algunas certificaciones energéticas donde todos los cerramientos se definían por defecto, donde la eficiencia de las instalaciones era la que ofrece por defecto el programa, sin definir el perfil de sombreado del inmueble, etc, etc, etc. A mi ese trabajo me parece muy caro a ese precio, aunque el cliente crea que se está ahorrando dinero. Cuando dentro de 3 o 4 años los compradores o inquilinos valoren la información del certificado, solo con que ese propietario tarde un mes más en alquilar su inmueble por disponer de peor calificación energética habrá hecho un negocio ruinoso. Un cliente con un certificado como el que he comentado, molesto por obtener una calificación energética G nos encargo la reedición del mismo, obteniendo entonces, con un trabajo de calidad y dedicándole el tiempo necesario, una calificación E. ¿Deberían ser consideradas estas practicas como errores susceptibles de ser corregidos o simplemente como «mala praxis?