Desde Planeta Futuro de El País
La ciudad francesa deja crecer la vegetación silvestre y reduce en un 97,5% el uso de pesticidas.
Entre adoquines, a los pies de una farola, en la mediana de una carretera de asfalto por la que circulan más bicicletas, autobuses y tranvías de la red del servicio público de transportes que coches particulares, crecen al libre albedrío plantas silvestres. Estas malas hierbas cubren de verde Nantes, la misma urbe que tiempo atrás se la conocía como una ciudad gris.
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