Desde El País

Cinco empresas pusieron sus ojos en el subsuelo de España a principios de esta década. Prometían que el milagro del gas esquisto de EE UU podía exportarse y llegar hasta aquí. El Gobierno del PP apoyó el empleo del fracking—la técnica con la que se extrae ese tipo de gas— para rebajar la casi absoluta dependencia nacional de los hidrocarburos del exterior. Pero el fuerte rechazo social —al que se sumaron alcaldes y autonomías— y los bajos precios del gas han hecho fracasar esos planes. Las cinco empresas han renunciado a usar la fractura hidráulica.

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